jueves, 23 de julio de 2020

Mundo.






¿Importa acaso que se hunda el mundo,
que se investiguen las cuentas en suiza,
o que mis amigos los pistoleros
se hagan cargo de la libertad?

Lo único que importa 
es que esta pandemia produzca 
dividendos
y que no mate demasiado,
no sea que me quede sin clientes.






Madera de pruno.




El pruno agonizó en la noche del cansancio,
murió sediento entre raíces y piedras,
abierta la tierra en grietas de barro,
ultimo testigo de la mudez del tiempo.





 

miércoles, 22 de julio de 2020

Hacia dónde con el mismo mapa




Decía:
Mi lema es enarbolar
siempre la verdad,
hablar sin tapujos,
sin miedo a la respuesta
airada
de aquellos que no soportan
la verdad.

Decía:
no soporto la hipocresía
la falsedad
el engaño
las múltiples caras
que ofrece tanta gente

Y decía más:
Te confieso 
que nunca he dicho una mentira
a riesgo de obtener 
de cada cual
su verdadera esencia:
la ira, el enfado,
el insulto,
el abandono...

Y, tras la vida,
 ahora digo:

"La única verdad es el silencio"

El primer fracaso es el origen





Todos somos hijos de lejanos escombros, 
nacidos de bombardeos,
incesantes aviones cargados de metralla 
y
odio a partes iguales.

Hijos del viento arrastrando polvo rojo,
ladrillos muertos y polvareda caliza,
desprendida del muro vergonzoso
que reparte sinrazón en todas las palabras.

Hijos ametrallados por el hambre,
cegados por la luz del estallido inicial,
y
dolor de oídos con la injusticia,
gritos agudos cargados de asco.

Hijos solos de otros hijos solos,
cantos rodados brillando entre el lodo,
camino de la tarde donde llueve plomo,
y
silencio en dosis necesarias.

Hijos hoy, padres mañana,
dirigidos por el empuje de las armas,
el comercio necesario,
el mismo que dirige el general
que ordena no retroceder
seremos fusilados.

El horror del primer huevo.







martes, 14 de julio de 2020

Olvidamos tus ojos.



Todos adorábamos tus ojos,
mirábamos su vuelo,
como águilas de fuego,
que surgen de la bruma,
con silenciosa hacha,
forjada entre su pico,
para abismar en un pozo,
la montaña de besos
que construíamos al verte.

El espacio y tus alas,
la boca y los abrazos,
el sabor de tus pupilas,
las miradas millonarias,
el corazón y las manos.

Todo en tus ojos,

Olvidamos tus ojos
y ahora somos
apenas una ráfaga de viento.






Perplejidad.




Ausente tu rostro, lejano y bello como el aura de la espuma entre aquella emoción contenida en los días enmarcados por las huellas de tus labios.
¿Qué sueño encerraba tu rostro, qué cadena, qué máscara incrustada en las curvas de tu piel tan bella siempre, tan gitana?
Hay espinas de olvido enredadas en las curvas del cabello, tu melena oscura que atrapa la imaginación y escribe signos de pasión.
Interrogo al mismo demiurgo que vivía en tus pulmones, que brotaba en cada inspiración, en cada beso. Y no contesta.
Nadie sabe donde habitas, donde duermes, donde bebes tus cervezas encantadas, donde comulgas o donde cuelgas tus vestidos a secar.
Todo el tiempo que empleamos enredados, con las manos sumergidas en deseos, ahora es solo un calendario y un cuaderno roto.