sábado, 4 de agosto de 2018

Da que pensar...

UNO.-
Da que pensar...
Esta mañana luminosa,
de feliz niebla,
convierte mi sentencia
en oscuro amanecer.

Pesada niebla ahora
me vuelve infeliz,
directo
a transgredir de nuevo,
la insólita vejez,
con todo el misterio,
dividido entre los huesos,
aparcado en recovecos
del cerebro,
ausente en senderos
de calizas
y cantos rodados,
atacado por la misma historia
que destruyó los sueños.

Derribadas las murallas,
nebulosas de arcilla,
días inexistentes.

Da qué pensar...
tanta paradoja,
tanta duplicidad
vuelva cada día.
como el aire lento,
a edificar músculos
para sujetarme al suelo.


DOS.-
No recuerdo cuando corría hacía la vereda de la noche, a la búsqueda incansable de otros nombres,
donde alejarme de caminos en forma de preguntas, para salvar incógnitas de nieve y caos impredecibles
colgados de balcones y azucenas.
No hay acuerdo entre las diferentes versiones del olvido, con los puentes oxidados y los raíles pendientes del vacío, con las calles cuajadas del rocío de los borrachos y cubiertas de adoquines desgajados del fondo del asfalto.
No es posible abrir los cajones sin fondo para debatir con tanto papel y calendarios.
¿Qué coño hacían tus amapolas y mis ojos, perdidos entre páginas inertes, muertos en tanta estantería, en tantas despedidas...?
Ni me acuerdo, ni hay acuerdo, ni posibilidad ninguna de salvarnos de la brusca tempestad, la que hace crujir el armazón del fondo de tu barca. Nadie construyó su entabladura para resistir en medio del océano, la blanca luz, tan cegadora, de las inútiles verdades de esta vida.
Tan falsa y tan lejana, tan inútil que ni me acuerdo, ni hay acuerdo.
Si ya ni existo.


TRES.-
Con un poco de paciencia
y algo de dinero,
sobre todo, dinero,
van a hacer posible
que el coche tenga
cuatro ruedas nuevas,
los discos de freno nuevos,
las pastillas de freno nuevas,
el aire de las ruedas nuevo,
Van a hacerlo posible:
los mecánicos del taller,
los empleados del almacén,
las chicas de la oficina,
la aplicación de la tarjeta de débito,
la superestructura del banco
y mi dinero.
Sobre todo mi dinero.
El coche, como siempre, impasible,
agotando materias primas,
y generando gastos
y disgustos.
A cambio te transporta.
Miren a su alrededor y piensen...

CUATRO.-
Tempero: estado óptimo de la tierra para sembrar.

Esos calabacines enanos, fofos,
que apenas asoman su cuerpo
de pene flojo,
ya han decidido ser inservibles
para guisar...
Esas tomateras de denso follaje,
que apenas tienen flores,
de las que brote
un triste tomate...
Esas dos pimenteras,
que anuncian con su verde
fruto jugoso
y se quedan en nada...
Esos tiesos puerros,
que se estiran como lanzas
y a medida que avanzan
su madurez no alcanzan...
Todos y alguno más
que se me olvida,
malviven en mi mal huerto,
alicaído y perezoso,
parece un tanto muerto,
no da lo que debiera,
porque entre tanta holganza
e ignorancia
de su dueño...
la tierra no tiene tempero.
¡Qué desespero!
¡Muero porque no cosecho!
no se lo que no he hecho.
Me quedo sin ensalada,
ni pisto,
ni repollo,
porque en famélico huerto,
no supe lograr a tiempo
el deseado tempero.

CINCO.-
He despertado
y, por fin, camino.
Mi cerebro ha trazado
el trayecto de hoy:
tres kilómetros de acera,
hasta el estanco más próximo,
doscientos metros más y
a la tienda de los chinos:
tabaco, cerveza.
Está todo:
los cigarros, un litro
y vuelta a casa,
la cama me espera,
un día para olvidar,
el ayer y el mañana,
dormir lo es todo.
Mi sueño de alcohol y
olanzapina.
Mi único deseo:
desaparecer en el espejo.


SEIS.- Y ya termino...

Para que todo lo que tengo sea el principio de la nada que poseo...
he de presentar cada mañana tres credenciales a la sangre que llega a mis células
para hacer sobrevivir es este océano de pérdidas,
este caos que represento,
esta insulsa idiotez
que me fascina.
A pesar de los viejos rencores,
no soy capaz de digerir,
el denso petróleo de antiguas paradojas,
sin perder su poder de aniquilación.
Me pregunto y me van a perdonar
y con esto ya termino...
(¿No sería más comprensible decir las cosas de manera mas directa y sencilla y dejarse en paz de tantos recovecos mentales, que pare una puta nuez esta absurda forma de escribir...?)
Para que todo lo que creo tener sea el fin de la felicidad que atesoro...
he de jugar a remedir las fuerzas de los bosques,
las almas de las oscuras olas de amores renunciados,
las opacas nubes que oscurecen mis miserias,
las lágrimas que erosionan las mejillas salvadoras,
las uñas y las manos ennegrecidas con los barros nutricios de los huertos,
los mundos ¡joder!,
los universos mínimos de la imaginación,
esos que me aúpan a espacios agotados,
a estancias ocupadas por la humedad de musgos y colonias bacterianas,
que respiran todos para que yo respire...
Para que todo sea nada y viceversa...
no me hacen falta licenciaturas en versos imposibles,
ni edición de libros agotados,
pequeños espacios literarios en mesas abarrotadas de aburrimiento,
líneas cómicas en antologías editadas en Saturno,
cachetes de realidad,
solo eso necesito,
¡una buena hostia de hambre!