sábado, 27 de junio de 2015

Si se hace pedazos (P.A. 29)

El dibujo era sencillo:
cuatro líneas para definir su perfil,
frente al horizonte de las máquinas,
un trazo rápido y preciso,
un sendero de grafito,
nítido y perfecto.
El rostro, la figura de su cuerpo,
la curvatura del viento en el manto,
la intuida mirada,
la mística envuelta en negro.
Si se hace pedazos,
nadie podrá reconstruir
el ser con esas piezas
que ha dispersado el tiempo.

Junto con mis cenizas (P.A. 33)

Ayer guardé entre los pliegues de mis prendas olvidadas,
las señales del aliento grabadas en las láminas de acero de mi cuerpo,
lejanas marcas de labios, acolchadas entre sábanas y fieltros,
vestidos de percal con flores estampadas,
marcas de humedad que el aliento deja en el borde de mi boca,
todo...
junto con mis cenizas.








El gemido se abra paso (P.A. 29)

Cuando suenan, cerca de mis latidos
las notas y los colores de tus pliegues,
una máscara de hielo se deshace en la ribera,
la gloria del viento en los árboles,
se vuelve pasajera de los sueños,
y se eleva.
Cuando llegan, como espirales que son,
los gemidos, traducidos a palabras,
abriéndose paso entre paredes,
entre los muebles y entre las redes,
las ventanas cesan de buscar escusas
y se abren.
Cuando vuelan, cercanas a los pétalos,
los perfumes y el cabello enardecido,
la piel se eriza buscando su acomodo
entre algodones y nácar, en campos
y mares ocultos en los mapas
y se pierde.
Mientras el  gemido se abra paso...

viernes, 19 de junio de 2015

Y camina con el peso del fuego (P.A. 37)

Hay un mazo de cables enredados,
como algas de plástico,
al fondo del ar-mar-io de los trajes de mis sueños.
Son restos de antiguos artilugios,
naves de otros viajes.
Acudo a rebuscar entre sus nudos,
inútil marinero,
por si hallo entre las redes,
el vuelo de nítidas gaviotas,
que vuelvan a indicarme con sus alas,
el sendero hacia el fuego de tu casa.

Ellas saben de tu cuerpo enardecido,
del reino del calor entre tus brazos,
de tu mar y de tu música,
de ti,
del camino de todas tus mañanas,
con el peso de ese fuego,
a tus espaldas.

...
...




Mientras se preparaba la tormenta...


jueves, 18 de junio de 2015

"Para entrar en el silencio..." P.A. 125

"Para entrar en el silencio de este muro
debo dejarme atrás a mi mismo"...
Debo bajar el volumen de mi memoria,
para alejar las vivas imágenes del aire,
reflejadas en el espejo de las pupilas,
para sentir de cerca la piel enardecida,
abandonadas ya las sedas de sombras
en el silencio de este muro...
internas dudas
atrás de mi mismo,
la culpa absurda,
y añadir la música de la risa,
a la cremallera descendiendo entre las flores,
abriendo el tiempo y cerrando el pasado,
para entrar en el silencio
de tu mirada,
respirando el mismo aliento,
la misma palpitación.
El placer.
No hay muro,
es piel.




Qué clase de sueño cumplido urdido por las tramas de este caos que nos gobierna me ha llevado a tener entre mis brazos la esencia de la belleza y en mi boca la savia enamorada de las lenguas cruzadas nacidas allá en siglos de silencio y abandono.
Qué clase de ciencia o de misterio elaborado con sedas de negror y terciopelo me ha devuelto la magia de la vida por momentos perdida en la triste realidad que se me agolpa como tormenta enardecida.
Qué clase de tiempo varado en la estación de los deseos esperaba que llegara el tren con la piel que todo lo arrolla con la saliva que todo lo inunda con la mirada que todo lo para con la respiración que todo lo agiganta.
Qué clase de sol estrella luz enigma iluminaba los cuerpos sin música hundidos entre las suaves mareas saladas estancias de algas cósmicas que vienen buscando energía desde el más allá y se detienen a hacer las preguntas que nunca tienen respuesta exacta.
Qué clase de ser es el que se adentra entre las telas musitando canciones de agua y deja que el golpeo de la lluvia en los cristales se haga eterno y distante al mismo tiempo colgado de una dimensión nueva estimulante única.
¿Qué clase de sueño y ciencia y tiempo y sol y ser eres?

martes, 2 de junio de 2015

…y se derrama

Llamas:
la luz de tus ojos,
el cercano sueño de tu piel,
mis venas desplegadas
en el centro del mar.
Llegas:
el aroma de suave espalda,
envolviéndome con su música,
tus pies pisando el aire de mi pelo,
dejando tras de mí tu magia rosa
y con ella el arma desnuda de la risa.
Llagas:
mi alma convertida en lámina de agua,
desasida de amarras y recuerdos,
encerrada en tus sedas para siempre.
Lloras:
tu boca abierta que amando hierve,
un alud de besos y de labios,
iluminando el atardecer y la estancia,
volviéndome solo, loco, perdido.
Llueven:
tus labios, yo atado y aturdido,
vuelvo a despertar con tus caricias,
sonrisas, húmedas celadas,
en mis manos,
como cera derretida.
Llenas:
cuando tu cuerpo quema,
el mío comienza a sucumbir

y se derrama.