miércoles, 19 de septiembre de 2007

El móvil.

La tele escupía el telediario. Un grupo de jóvenes reía sentado alrededor de una mesa. La pareja se miró mientras apuraba su cerveza. El camarero recogió el billete de cinco y al volver con el cambio, ambos sangraban. Los jóvenes tomaron el móvil.

Llegada

Bajó del autobús, cansado, somnoliento. Recogió su maleta y en la salida le esperaba ella. La miró, la besó y le dijo: Nadie lo sabe, vámonos. Subieron de nuevo al autobús y una maleta quedó abandonada en el andén.

Ayer, hoy, mañana

Si ayer hubiera sido hoy, no estaría previendo ese mañana que no existe.

Espera

Abrió la cama lentamente. Se desnudó y esperó a que él llegara, tumbada sobre las sábanas. Llevo tanto tiempo esperándote- le dijo-, pero solo podré besarte, de tan viejo. No te preocupes -contestó ella- no te dará tiempo a más.

Ruinas

Mi casa amenaza ruina. Ayer me enviaron la orden de desahucio. Debo abandonarla en dos días. Tú sigues apuntalando "las vigas de mi alma". No me dejes.

Marea

No puedo evitarlo. Ella es "como una marea que me arrastra y me dobla" y mientras intenta mantener un mínimo de dignidad ante su mirada, contra su voluntad sus rodillas se hincan para limpiar la bañera que acaba de abandonar, dejando tras ella su oleaje de perfume.

Abismos

Un paso al frente y el abismo desconocido de la muerte. Un paso atrás y el abismo seguro de una vida muerta. Miró las nubes que cubrían el sol y cerró los ojos. Sonó el despertador y, a pesar de todo, le dió las gracias.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Manchas de vino

Luis no pudo evitar mancharse con las salpicaduras del vino que salió escupido de la botella. Intentaba desatascar el tapón de corcho. Su camisa blanca, impoluta, recién estrenada, quedó sangrando.
El corcho, destrozado, flotando en el interior de la botella, le miraba perplejo. Él, ya sin camisa, trataba de filtrar el espléndido Ribera con el que quería obsequiar a Olga.
Ella le esperaba en el salón, colocándose los pendientes que acababa de recibir como regalo de su primer aniversario. Caminó hacia la cocina mientras trataba de ensartar el segundo zarcillo en su tierna oreja. Al llegar resbaló con un charco rojizo y cayó, rasgándose el lóbulo, manchando su blanca, impoluta y recién estrenada blusa.
Luis, atónito, la roció con el vino que aún le quedaba y rasgándole la blusa le hizo el amor como nunca, mientras no dejaba de chupar la oreja por la que Olga ya no sangraba.

Atropellos_3

Ana, acongojada, saltó del coche, como impulsada por un resorte, para atender a la mujer que yacía bajo las ruedas. Fernando aceleró pasándola por encima. Seguía llorando. Una explosión le sobresaltó, perdió la dirección y fué a chocar con la tapia. Una niña llorosa recogió los restos de su pelota.

Atropellos_2

Dos calles más abajo, aún seguía rodando la pelota multicolor que se le había escapado a la hijita de Mercedes. Ella corría tras ella, cuando Fernando, ciego de dolor, con el caliente cadáver de su perro en el maletero del coche, se cruzó en su camino.

Atropellos_1

Llorar no solucionaba nada, pero para Fernando, que acababa de perder a su pointer bajo las ruedas del coche de su amada Ana, fué lo mejor para nublarle la vista.

La tormenta

Se avecinaba la tormenta, la cotidiana tormenta, desde el momento en que Miguel, comenzó a bailar con Laura. Sofía abandonó la plaza, camino de su casa.

Respirar

Fernando dejó de respirar, ahogado por las hojas de tabaco que obstruían su nariz y por los jugosos pezones de su negraza María, que atascaban su boca. Murió feliz.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Poko

Tener un perro iba a permitirle salir a pasear, tener contacto con la sociedad, hacer amigos…y tal y como le había recomendado su psiquiatra adquirió un golden rubiales y glotón. En la siguiente cita con su especialista llevó a “Poko” para que su médico conociera al que había conseguido salvar su equilibrio emocional, facilitado relaciones y nuevas amistades y abierto una puerta de esperanza para su futuro personal.
Cuando abrió la puerta de la consulta el Dr. Ánimo le gritó:
-¡¡Saque usted ese bicho de mi consulta, leche!!

Gasolina

Dejó atrás la gasolinera con la sensación de que su vida iba a cambiar. Miró por el espejo retrovisor y Antonio seguía con la manguera en la mano y esa cara de estúpido que se le queda a uno cuando tu pareja te abandona al repostar, durante el viaje de novios.

Ana

Antes de explicar a su marido Javier cómo, cuándo, dónde y por qué había perdido la perla natural de uno de los pendientes que él le había regalado, Ana se lanzó a su cuello y le asfixió a besos.