sábado, 25 de marzo de 2017

Mi más enérgica visión de las cosas

Acaba de llamar mi más enérgica visión de las cosas
y me avisa que así no puedo continuar,
pensar, por ejemplo, que mañana es mi último día,
no está bien, me ha dicho.
Yo, sin embargo, me opongo a la dictadura de su pensamiento,
que me lleva a la misma desesperación de siempre.
Tiemblo solo al verla con su posición inalterada
en todos los porqués y para qués con su rotunda claridad
ante mis ojos.
Que no, no me hagas comulgar con ruedas de molino,
ya no existe el tiempo añadido,
esto se acaba,
este extraño tiempo compartido,
tiene los días contados
y no me apena más, que no haber
hecho de mi mismo,
aquel proyecto de rotundas
derrotas de todo lo real,
para engarzar en un anillo
las potencias modificadoras,
los verbos necesarios,
los actos, mejor
los hechos
que me hubieran dejado morir en el intento.
Hubiera estado bien la valentía,
el arrojo para lanzarse contra todos los escaparates,
todas las ofertas de normalidad,
todas las rutinas.
Admito mi derrota, admito mi fracaso,
admito, al fin, la vida hecha de esta manera,
pero resultó que no era eso, no era esto.
Quise, quisimos muchos, otro orden de cosas,
pero parece que se impuso las cosas en un orden,
en SU orden.
y ahora, obedecemos.
a la más enérgica visión de la cosas,
la que se nos impone.




lunes, 13 de marzo de 2017

UNO



hoy
mañana
ayer
quizá nunca





                                                           seguramente en cualquier momento
                                                           sucederá
                                                           será
                                                           hará acto de presencia
                                                           como la lluvia
                                                           inesperadamente
                                                           como la luz del alba
                                                           sin saber siquiera
                                                           el descubrimiento
                                                           si







solo llevabas una eternidad escudriñando en el mar de los diccionarios 



y en ninguno
-          tras su detallada consulta –
estaba escrita la palabra.


Esa palabra que desvela el hoy.

Los otros


Mientras ella cobija en su mirada,
el deseo de tener entre sus manos,
el barro que usaron hace tiempo,
para cubrir los huecos que albergan los vacíos…


Él se ancla con las mismas palabras
y desliza sus miedos en el borde de su boca,
altera los libros para volver al mismo enigma:
años atrapado frente al muro de las sombras
y las lágrimas.

Ambos sueñan sumidos en la torpe neblina
con los objetos que desgranan sus sombras,
con los rincones de la casa,
con ellos muriendo al tiempo:
un par de rayos de luz gris,
dejándose querer por el sol.

Desaparecen dando un grito de memoria
por el pequeño túnel que emerge
entre los dos, enamorados de sí mismos,
desunidos para siempre.

¿Cuántas palabras entran por el fondo
en la gloria del océano?
Afianzarse en la cresta de esas olas,
es el deseo de dos pájaros de noche
que buscan el refugio de las lágrimas.


Aún las nubes tejen el cobertor de las mentiras. 

Los dos


Sus lágrimas de cera se funden
en el fondo del calor de la mirada,
un espacio de luz y  bronce
acoge el misterio de sus olas.

Han dejado huellas de sangre
alrededor de la ciudad.
La misma lámina de plata
se dibuja siempre horizontal
frente a las torres.

Guardan los vestigios
de aquella música.
Las notas hacen más por la memoria,
que todos los cuadernos
usados en su delirio,
por los campeones de la tortura,
mientras vuelvan a la cadencia azul
de los martillos de acero manchado.

No me pases la sal de la mirada
en el momento de la lluvia,
pues tu llanto de cera
se funde al llegar la máscara,
y me aleja para siempre
de la clara visión,
de las cuencas vacías de los cerebros,

agolpados a las puertas de los templos.

Los Unos


Se acumula más barro del que puedo digerir
más óxido de carne que la propia estafa,
más hundimientos que deseos.

Acuerdo con el viento una tregua,
me envía a la máquina del sueño
y no consigo enlazar sus enigmas.

Así, una página en el calendario,
asumo las raíces del miedo,
con la idea de volcar mis monedas.

Más minutos sin sentido, agarrotados,
dueños del espacio y del silencio,
absortos en su propia destrucción.

Decir de los otros, cuando niego
todo lo que con mi dedo he destruido,
el oro incierto, la paz posible, el amor.


El Otro


Hoy recuerdo que los números
quedaron al abrigo de las olas,
enigmas de la sal y con la espuma
flotando en el aire de las cosas.

Era un niño con restos de tristeza
en el cuaderno escolar de las raíces,
un ser perdido entre las conchas
que llegaban del fondo con su música.

Miraba al centro del azul, donde funde
el sol la mascarada de la vida,
y dejaba en el rastro de la luz
las preguntas que nunca imaginara.

El tiempo se ha disuelto en el error,
me ha dejado con láminas de sal
en los labios y en las manos.

Hoy, infeliz y solo, sigo la estela.

El Uno


No hay ventanas temblando en el aire
solitarias  fuentes de espuma y vino,
armaduras de piel que rozan la carne,
enlaces de misterios habitados por la ira.

Nada existe fuera de la razón,
extraña oración entre confusos,
recurso de la gloria del que piensa,
solo aquel que ve lágrimas y no llora.

Voy a salir del hermético frasco azul,
dejaré un estrecho rincón reservado
para cuando vuelva el cansancio
y no tenga recursos, ni paisaje
donde bailar a la luz de los ocasos.

De mi sabrás por los sobres del buzón,
los anuncios de los circos de papel
y el reparto del pan por los portales.

Suena un clic en el bus, he de bajarme.
Es la señal de mi parada, final de siglo,
una orden más en el bolsillo del cerebro.


Las ventanas se cierran para que el aire entre.

Fin del poema


Sin solución ante el enigma,
doliente como el pico del cuervo,
me sumo a la máquina compuesta,

la misma que dedujo la sencillez
y me clavó las uñas renegridas
para el acopio de lágrimas azules.

¿Qué respuesta tiene la duda,
qué función le otorgan los ojos,
qué lastimera llamada es su voz?

Cuando tenga todos los candados
volveré a la búsqueda de las premisas
consultaré el almanaque solar,

resolveré la ubicación del mapa
y con las señales propicias,
respiraré en el espacio de las letras.

A pesar de todo, siempre y ahora,
las leyes de la lógica se revelan,
me impiden dar los pasos justos

para resolver el enigma del foso,
donde la caída vertical es el inicio: 

la puerta de entrada al orden-caos.