martes, 28 de enero de 2020

entreme donde no supe...SJC

Marcaban las seis.
Las sombras prolongadas de las cosas
y los otoños
se venían hacia nosotros,
acosando las ramas desnudas
y el placer.
Momentos mas allá.
donde los pétalos violetas
se desgranan de sus flores,
un suspiro de dolor
axfisió la luz tardía
de un día ceniciento.
Allí estuvo mi mano,
acusando con sus huellas
la verdad y la leyenda,
recorriendo con su tacto
el terreno descosido, desconocido
y ausente.
Donde no supe...
Entreme...
Y un sudor frío me recorrió
la frente.

lunes, 27 de enero de 2020

la basura, o parte de ella

Bajo con mi bolsa de plástico
llena de bricks y botellas
y latas
organizadas en mi cocina,
dentro del cubo para el reciclado
de todas esas cosas.
Me lo recuerda el ayuntamiento
día si, día también.
La bolsa es verde, verde césped,
verde yerba, verde musgo,
verde esperanza.
Lleva un nudo hecho con sus dos asas,
como una corbata pajarita,
de etiqueta,
que cierra su boca y oculta su contenido.
Cuelga de mi dedo índice de la mano izquierda,
como una ligera compañera,
que viene a dar un paseo conmigo
hasta el contenedor amarillo,
amarillo trigo maduro,
amarillo sol,
amarillo margarita o genista también.
Abro su portezuela
y. en vez de poder depositar allí
mi amable compañera verde ojos de tigre,
sobre fondo campo de Castilla,
comienzan a brotar a borbotones,
como una vomitona multimatérica,
todos los envases que obedientes vecinos
han ido dejando a lo largo de la semana,
una montaña que se me abalanza,
se adhiere a mi cuerpo,
y me hunde entre sus pequeñas fauces
de aluminio, hojalata o polietileno,
polestireno, policloruro o polipropileno.
Mi mujer se desgañita desde la ventana de la cocina,
pero no la oigo,
solo veo su pequeña imagen que se desdibuja
mientras soy incorporado al fondo de la cueva,
junto a los PET O HDPE,
los mejores amigos del hogar,
que esperan ansiosos para devorarme.










Desierto

¿Arena en la ciudad?
Se acerca el desierto
y aún no hemos puesto
los cerrojos en las ventanas.
Suben las dunas por las escaleras 
y en la puerta de mi casa ya no hay macetas,
ni agua para regarlas.
De esto hace mil años, 
o cien, ya ni sé.
Mis ojos se han llenado de sílice 
y al rascarme me escuecen las llagas de los párpados. 
¿Arena en la ciudad?
¿Cómo no nos dimos cuenta
mucho antes,
cuando dejaron de gotear 
los tejados
y perdíamos el tiempo
con las pantallas de la irrealidad?

domingo, 26 de enero de 2020

Simetría en tu vientre

Vi entre el oscuro prodigio de tus labios tus besos

Besos y labios en ese oscuro prodigio de tu vientre

Vi entre las manos húmedas de sal, tu piel

Piel de sal, mis manos húmedas en tu vientre

Vi entre la mirada de deseo, tu respiración

Respiración de mi deseo al mirar tu vientre

Vi entre la piel y mi sed, tus ojos

Ojos, sed y piel para tu vientre

Vi entre el agua y la espuma, tu risa

Risa de la espuma vencida en el agua de tu vientre

Vi entre el reloj y el anhelo, el amor

Cuánto amor , deseo sin reloj sobre tu vientre

El lienzo en blanco (De "Zurita")

Dejad delante de los ojos de la mente, un lienzo en blanco, e ir dibujando en él esta colección de imágenes, inspirada durante la lectura del libro de Rául Zurita.

Peceras flotando en el aire con líquidas ciudades dentro. Fuera, peces extraños mirando.

Conos volcánicos, vueltos del revés, erupcionan máquinas, tornillos, botellas de plástico.

Sobre fondo negro, bocas abiertas vomitan estrellas y puntos de luz.

Puntas de lanza emergen del océano.

Corazones blancos vueltos del revés, destilan líquidos rojos, y verdes y de todos los colores.

Cara sin ojos. Cuencas con lápices surgiendo de ellas.

Parejas de cuerpos desnudos puestos de espaldas, atados, nadando en el aire, surgiendo del fondo de la tierra.

Campos de almendros cayendo al mar, sus raíces arriba, portando entre sus entrañas esferas de acero.

Frutas doradas que se abren y depositan su carga de despojos humanos en esas mismas orillas.

Libros abiertos como tiendas de campaña sobre rocas grises.

Montañas de cristal, nevadas de vidrios rotos, casas de barro y ciudades de cartón que se derrumban al paso de la riada de escarcha, que inunda las conciencias de los destructores de cuerpos.

(Es una muestra de la capacidad evocadora que me produce ese libro excepcional)









viernes, 10 de enero de 2020

Ahora es nada.

Ahora es nada.
Un nuevo círculo de espejos anhelantes de dolor, gira ante nosotros con la furia de un ciclón y recorre en menos de un segundo, la jaula especular donde yacen los cuerpos vivos, memoria presente del pasado y deseo sin futuro.
Nos aturde la veloz carrera que violenta el aire, nos traspasa el frío que cabalga entre las nubes desplegadas cuando baila y nos amarga con el triste sabor de la ceniza que dejaron libros abandonados en anaqueles de la historia.
Me graba un surco en la piel el ácido que emerge del ruido de tanto movimiento imprevisible. No es dolor lo que se siente, es una cobertura rígida del imposible sueño  de entender. Comprensión sin más, palabras que ruedan desde el centro del giro y brotan en espiral ante la inútil necesidad de conocer.
Es ahora, es nada.
Inútil descargar de la mochila el paquete que acumula las palabras, más aún, entender que significan y ya imposible saber que representa este alarde de nadas circulando a la velocidad de la luz, a la búsqueda de los enlaces necesarios que den sentido al día, a este ahora que ya no es nada.


Es lo normal

Lo normal no es más que la rutina,
los hechos diarios elevados a ley,
porque sin ley no hay orden y sin orden
no hay mas que feliz anarquía
de lo inesperado, del azar
como pegamento del suceso vital,
que amalgama un día tras otro
con desenfadada alegría,
o
todo lo contrario.
Es lo normal.