lunes, 14 de diciembre de 2015

Desnuda, cubierta.

Crece en mi,
como una serpiente del tiempo que se agota,
la hiedra enredadera
de los días que sucumben
al silencio de mis manos:
      frías por lo distantes
de ti y de tu piel,
desnuda y cubierta
al lado de mi cuerpo:
     yacente, con las heridas de la historia,
abiertas y con dudas
en la fiebre de la carne,
transitorio y entero en su deseo,
página en blanco que espera:
     palabras y gemidos,
búsquedas y sueños
al abrigo del invierno.

Escarcha en el alma

Allí, cubierto con las ramas bajas del pino,
allí, tendido en la cama de tierra y hojas secas,
allí, tirado a la intemperie de la helada,
allí, yacía con su digestión envenenada,
el pulso casi inerme,
la mente desviada.
Su deseo de muerte se frustró
no fue suficiente veneno
para doblegar su cuerpo,
la droga que vendió el asesino
le robó sus ahorros,
pero no su pulso.
Y él,
con su infinita tristeza,
con su inmenso deseo de muerte,
vuelve de nuevo a la vida,
a convertir su frustrado intento
en más depresión,
más amargura
más odio a si mismo
y a todo lo que le rodea.
Su cerebro enfermo,
de nuevo,
envolverá de escarcha
su alma dolorida.
Y, a mi,
me queda la terrible duda
de si el calor de mis viejas manos
será suficiente para alentar
su alma y la alegría.

jueves, 26 de noviembre de 2015

El medallón

Se me acercó un hombre el día del entierro de mi madre,
tan viejo como las raíces del olivo de mi huerto.
Me entregó una caja de terciopelo rojo
y, mirándome a los ojos, me habló quedo:
"Este es el regalo que en prueba de mi amor
le hice a tu madre el año de la guerra.
Me lo devolvió poco antes de casarse con tu padre
y yo te lo entrego porque de ella era"
Sorprendida por su emoción y por su historia,
abrí la caja y descubrí dentro
un corazón de oro, con el grabado Amor Eterno.
Al alzar mi ojos velados por el llanto,
el viejo ya no estaba a mi lado,
se alejaba solo, con su bastón,
hacía el fondo del cementerio.









martes, 24 de noviembre de 2015

Bosque

1.-
Abejas tristes,
Alfredo poda solo.
Amarga la miel






2.-
Frío en el pecho.
Viento en la cara.
Ruedo solo






3.-
Fuente derrama
agua en la piedra.
Los topos ven.




4.-
Al romanescu
sus hojas le abrigan
entre el barro.


5.-
Nubes de acero,
gris el viento frío.
A la escucha.

















viernes, 13 de noviembre de 2015

7-5-7 ó 5-7-5

1.-
antes las dudas,
ahora la claridad
son los sentidos.


2.-
dos gorriones,
una colilla humea
y el café.


3.-
la sal, la lengua
brota saliva, lágrimas,
huelo el mar


4.-
esfera dulce,
chocolate brillante,
mujeres negras.


5.-
manos cálidas,
unidos a la tierra
descansa solo



jueves, 12 de noviembre de 2015

Ciudad y distancia

1.-
el sol pasea sombras
tierra y pisadas
el hijo marcha solo


2.-
los gatos esperan
parejas de  niños
aún busca su infancia


3.-
la primera planta luz
segunda historia
la calle pregunta qué


4.-
nada, la pared blanca
sexos de tinta
no encuentran ojos negros


5.-
Sara mira sus manos
amarillas, si
sale y el sol brilla







martes, 10 de noviembre de 2015

Miércoles, agua

1.-
la imagen del espejo
la bella espalda
inquietud en las venas


2.-
los ruidos del exterior
labios húmedos
entra el sol, la respiración


3.-
el quejido de la muerte
huye molesto
los amantes llegan ahora


4.-
el vacío azul fuera
dentro el cuerpo
gemidos ahogados en el pelo
5.-
hay una mesa cerca
un deseo vivo
otra noche soñada



Hoy en el parque

1.-
parque, caminos, perros
llevan linternas
en el cuello y ladran


2.-
la luna compite. Sal
y verás tranquila
las farolas nuevas


3.-
el agua oscura brilla
el puente gira
mis pasos solitarios


4.-
oscuros mirlos miran
bailan las nubes
corren brazos luminosos


5.-
los gatos lamen hojas
asoman ranas
el río huye sonoro

jueves, 29 de octubre de 2015

Guadiana

El río vuelve a crecer a mi paso,
rebasa su cauce la fuerza de las aguas,
y nuevas lluvias cargadas de misterio
hacen brotar nítidos sueños de algas.
Me encaramo en montes cercanos
para evitar llevar mis pensamientos
a la ruina de las inundaciones,
mientras mi cuerpo indócil,
imagina nadar sobre sus olas.
Como un abrigo de piel
me envuelve el sol cuando amanece
y observo con su luz
las láminas tranquilas de su curso:
río vencido bajo faldas de encinas,
rastrojos flotando entre sus troncos.
Ahora no voy contracorriente,
me dejo llevar por la energía
que el agua despierta en mis sentidos
y derramo de golpe sobre ella
las últimas gotas de sudor del día.


sábado, 24 de octubre de 2015

Parece que vuelvo a caminar

Parece que vuelvo a caminar,
cegado por el sol de los mismos ojos de siempre,
aquellos que secaban con sus pupilas
la sal de las lágrimas vertidas por las  nubes.
Los mismos pasos de siempre,
medidos con pies más viejos,
muestran el camino
y no paran ya en la búsqueda del tiempo,
olvidado en los recodos oscuros de los parques.
Las mismas leyes de ayer
se vuelven en mi contra
cuando camino
pensando en los pasos que di.
Otra espera en la forma esférica
que tu corazón,
como vórtice del tiempo,
me deja espectador de labios
y mudo testigo de los pasos.
No es caminar lo que parece,
es reptar bajo el césped,
buscando como un topo
la sabia del rocío,
el alimento de gusanos,
que esperan mis pasos
sobre superficies más hermosas.
Al fin y al cabo, fin
de la ilusión de mis piernas caminando.

jueves, 22 de octubre de 2015

Nosotros los viejos

Al volver esta mañana por el camino del agua,
la lluvia devolvía su energía al suelo,
salpicando el barro y las hojas muertas.
Lanzas líquidas como chorros de hielo
se abrían paso en el aire y vomitando,
dejaban la luz gris y fría, atronadora.
Andaban los viejos con paraguas de años,
hechos jirones de plástico y metal,
intentando parar el viento y el agua,
pero en su inútil batalla,
perdían el pulso y el norte deglutía sus ropas.
Vuelven cada día a buscar su hueco,
su rincón, su pareja de baile, sus cartas,
y toman café en el lugar del tránsito,
esperando a que la lluvia escampe
y puedan regresar al dulce hogar
del silencio.

martes, 20 de octubre de 2015

Él

Se acerca al silencio con su alma vacía
y aún pervive en él la falta de emoción.
Es una pesadilla su imagen en el agua oscura
como la música que lleva en el corazón.
Carga con na silente arma de doble filo,
la navaja afilada para cortar la piel,
y la hosca cuerda que rompa el aire en su cuello.
Baja con su duelo a la búsqueda del sol,
pero la nebulosa de sus ojos oscurece el cielo
con súbitas llamaradas de ácido y dolor.
No hay espacio en esta tierra para él,
no tiene el impulso de ser,
se encierra en la ausencia de pulso:
su única querencia,
su única salida.



miércoles, 14 de octubre de 2015

La cuarta vez

Ha vuelto a suceder.
Ayer tras un pequeño viaje,
me asomé a su habitación
y dormía.
Dormía profundamente,
con el sueño artificial,
la modorra de las drogas de farmacia.
Tomé su pulso.
No era la muerte.
Otra vez.
Cuarta vez.
Distinto método,
pero la misma intención.
Y de nuevo al hospital,
el mismo protocolo,
la misma sensación.
No hay más preguntas,
ya no hay lamentos,
no hay llantos,
no hay emoción.
Silencio aterrador,
en esta cuarta vez.
Hasta la próxima, hijo.



lunes, 12 de octubre de 2015

El pegamento

Recuerdo sobre todo, su tapón azul,
su bella tapa troncocónica,
con hendiduras verticales,
para poder ejercer mayor presión
y conseguir abrirlo.
Recuerdo su boca de aluminio,
sellada con una lámina del mismo metal,
la cual se abría clavándole
un relamido alfiler,
dejándolo allí dentro al terminar.
Recuerdo mis dedos pegajosos,
la piel levantada,
despellejada por la fina capa de cola.
Recuerdo mis trabajos manuales,
hechos una porquería,
mucho pegamento,
mucho imedio,
pero aquello,
no tenía remedio.
Qué infancia más feliz,
oliendo y chupando el pegamento.

jueves, 8 de octubre de 2015

Alfileres

No se si el caballero del ajedrez
es consciente de lo que es,
un conjunto de minúsculas lanzas
de acero clavadas en su acerico,
almohadilla encantadora que les ama.
Ellos, enhiestos, rígidos y flacos,
esperan ansiosos para entrar,
con delicioso y sádico placer,
en cualquier piel,
humana,
animal,
tejido,
o en cuerpos doloridos,
que buscan sanación,
o, peor aún,
en muñecos vudú,
para amarrar,
dañar
o controlar a distancia,
a otros seres,
que, también con alfileres
evitan la guerra,
con estos oscuros caballeros,
de diagonales placeres.






La grapadora

Curioso chisme este de la grapadora,
extraño artilugio de aspecto telúrico,
máquina ingeniosa de porte cómico,
conjunto de palancas rellenas de amor.
Como un sacerdote en una boda,
oficia con diligencia la unión
de dos o más ilusos contrayentes,
dejándolos grapados para siempre.,
con un tremendo golpe seco,
de dos bocas y dos dientes.
Unidos todos por una C metálica,
aplastada, viajan hacia el futuro:
un incierto sobre, desconocido cajón,
robusta mesa, delicada carpeta...
Cuántos hombres y mujeres
sus vidas grapadas en papeles,
lloran por haber dejado,
hundir su libertad,
en el fondo
de un cajón,
por una grapadora.



martes, 6 de octubre de 2015

El cuaderno gris

Tengo un cuaderno con tapas grises,
que me mira desde su balcón,
y me pregunta, burlón,
que coño estás pensando, listo.
Le miro con cierto odio,
sabiendo lo que opina sobre mi,
le arranco de su cómodo estante
para abrirle en canal por la hoja uno,
para dejarle escrito en letra cursiva
lo loco que me vuelve,
la pasión que me produce
el blanco vacío de sus entrañas.
Y, como no puede ser menos,
o, arranco la hoja,
o, Oh, escribo en ella
la miseria del día
con mas de 140 caracteres.
Es una gloria este cuaderno gris,
saber que está pendiente de uno
para que espabile las pocas neuronas
que me quedan.



lunes, 5 de octubre de 2015

La abuela


Me acuesto sin pensar en el mañana,
Miro con desconsuelo la radio de pilas
que ya no me funciona,
el despertador eléctrico,
roto por los excesos,
el libro que he de devolver mañana,
la botella de agua,
las pastillas para la tensión,
el aire enrarecido de mi dormitorio,
la cama vacía y sin hacer.
El todo y la nada que me engaña.
La inútil cadencia de los días,.
Llaman a la puerta
y el vecino asoma su cabeza,
a pedirme que deje de llorar,
que, así, no puede dormir.
Me abrazo a él y me consuela,
-olvídate de ella, me dice,
búscate otra abuela,
disfruta de la vida que te queda.
Y se va,
tan fresco,
a dormir con la mujer
que me dejó por él.



sábado, 3 de octubre de 2015

Abrecartas

Los objetos, siempre, se rebelan.
Esto que es harto conocido,
se vuelve insoportable
y, a veces, peligroso.
Podríamos hablar de ello
largo y tendido.
Hoy me ha tocado lidiar,
y nunca mejor dicho,
con una pequeña espada
que se usa de abrecartas,
y que ahora no sirve para nada.
No hay cartas, ni sobres que cortar,
lo poco que recibo está metido
en el cuarto oscuro de mi ordenador.
Y los sobres que hay en el buzón,
son papeles que tiro sin leer,
pues vienen a decirme
las cosas que tengo que comprar,
a mi, que malvivo
a costa de la caridad de mis vecinos.
Pagan mi comida, la comunidad
y me dejan su wiffi para el vicio
de mirar en internet desnudos de mujeres.
En una de esas estoy
yo tan tranquilo,
y el espadín se cae,
( ¿se tira de su estante?)
Se clava en mi mano,
dejándomela inútil y sangrando.
No me hago preguntas,
¿para qué?
total, con todo lo que tengo
una más, qué mas da,
si mi vida es un objeto inútil,
que nunca se va a rebelar.



La bombilla

Me confundí al elegir el sol
y tachar con rotulador rojo
la bombilla,
que yo pensaba mi astro reina.
Se enfadó con rabia y, dolorida,
dejó de iluminarme cada noche,
renegó de mi amor y mis manías,
solo y aparcado en la acera,
bajo lúgubre luz,
de la única farola en la avenida.
Creo que herí su orgullo eléctrico,
renunciando a ella por el día.
No dejó que le explicara
que la quiero igual,
que mis noches sin ella
no son nada.
Le pedí perdón ya de rodillas,
prometí fidelidad
y fantasía,
pero ella se niega a volver.
No quiere ser más mi bombilla.
(NB: me ha bajado el recibo de la luz
y ya no me duermo por el día)





viernes, 2 de octubre de 2015

El interruptor

Es solo un interruptor en una lámpara,
un mecanismo de plástico y metal,
que es útil para lo que ha sido concebido.
Es solo un interruptor
y, a pesar de eso, da miedo.
Se ha vuelto peligroso utilizarlo,
indómito ser que cobra vida,
y que utiliza el mal para vengarse
de todos cuantos miran su inmóvil entidad.
Lo toco, queriendo que se active,
dejando que la electricidad surque sus venas,
para así iluminar mis libros y mis dedos,
y él, desobediente y altivo,
descarga sobre mí el rayo de la muerte.
Tan tranquilo, vuelve a su ser,
a dormitar, con su pijama blanco.
No me atrevo a tocarlo más
y dejo que la noche me cubra.
No leo, no escribo, no juego al ajedrez...
Solo me froto las manos
para calentarme
o hacer brotar alguna chispa
de mi piel que ilumine, al menos,
el té que me quiero beber.







Sequía

No llueve en esta tierra de desiertos,
sus fuentes no manan más que arena,
el olmo se agrieta sin su sombra,
y las aves, sedientas, emigran hacia el mar.
Me acerco, reseco en soledad,
con mi bidón de plástico,
al camión cisterna aparcado en la plaza,
y allí, mendigos del agua,
todos recogemos las gotas
que nos mantendrán vivos
una semana más.
Vuelvo a mi casa,
cargando cinco litros,
y, al llegar al rellano de la escalera,
me atraca mi vecino del cuarto
y se lleva el agua de mis manos,
dejándome herido y vacío.
Sin esperanza,
sediento una semana más,
acudo a los restos de cerveza
que ella dejó tras su marcha,
Se alejó con las aves,
hacia el mar,
a vivir su libertad de agua:
la que da vida.





sábado, 19 de septiembre de 2015

El paso a la palabra (P.A. 17)

La acción, la acción es lo primero y tras su paso, queda la palabra.
Justificar qué hicimos con las manos y las sombras, ateridas por el aire de la noche.
Contarnos al oído qué vimos entre telas y misterios de papel y golosinas.
Razonar emociones.
Imposibles que dejan las huellas bajo la piel y sobre el viento.
Hablar durante horas de cómo era su luz aquella noche: la acción da paso a la palabra.
Deja las palabras y pasa a la acción.

Este austero comercio con el viento (P.A. 21)

Este austero comercio con el viento.
Lo dice él y yo me callo, pues carezco de argumentos para rebatir las palabras de un sabio.
Este austero comercio con el viento.
Una vez más no me alcanza la razón y me caigo de bruces en los charcos de la vida.
Este austero comercio con el viento.
Es perder la parte más pequeña de los sentimientos que hace mil años se crearon en las dunas que el mar dejó en las playas, calientes como arenas de brasas invisibles, fervientes como pedregales sin sombrillas, desnudas como páginas de amor a quemarropa...
Este austero comercio con el viento.
Es más que eso, es una retirada, una rencilla amarga, un sombrero relleno de ideas insostenibles, es el trueque de tus prendas de amor y mis despedidas,...
Este austero comercio con el viento.
Es el viento, dice él, mas recio en sus posturas sobre todas las cosas de este mundo, que uno, que aún no sabe que mierda me va a tocar mañana, en la misma lotería, de la que sin llevar ningún número, te adjudican los premios más jugosos.
Este austero comercio con el viento.
Y es austero, que más puedo pedir, si no tengo un duro, ni de plástico, para fundirlo en los confines de las sábanas y en los miradores de cristal y aluminio.
Este austero comercio con el viento.
Y termino, porque empiezo a estar cansado de este absurdo discurso, disgusto, dispendio de tiempo y de lágrimas de arena, que todo se lo lleva ese mismo austero viento a su comercio.

domingo, 6 de septiembre de 2015

En el labio de otro (P. A. 23)

En el labio de otro estás
mientras miro como a mi alrededor,
se parte la pátina azulada,
del mar de otros veranos.
Me sabe a mar el olvido
de tu boca hacia mi boca.
A olas saturadas de sal
del traje de tu piel humedecida.
A viento,
planeando como alas de gaviotas,
la esencia de tu pelo.
A arena y conchas diminutas,
pegadas a tus pies.
A la mano que mecía mi sueño cada día.
A profundidad y frío,
lugar donde mueren enormes submarinos,
óxido y herrumbre como yo.
A moradas de algas verdes y azuladas,
como aquel traje en la boda de tu amiga...
Pero,
en el labio de otro estás,
como esa música,
que vuelve cada noche desde la marea.
A dejar en mis oídos la memoria
del viaje:
mi cerebro y su maleza.


Perfil de mar

Al fondo el mar,
horizonte azul de aguas movidas por el viento,
crestas de espumas rotas por el ayer.
Nada más para comprender el sentido de la imagen.
Frente a ellas tú...
catarata de cabellos ondeados por el mismo viento,
las olas de tu pelo,
espuma morena de sedosos hilos del pasado.
Y esa fina curva rojo pasión
trazada en tu hombro,
brillante joya dedicada al contraste del color,
que deja el todo en la posición precisa
para soñar, caer y volver a la nada...
Envolturas de la belleza viva.





jueves, 13 de agosto de 2015

Humo que ablanda los rescoldos (P.A. 23)

Siempre hay fuego en el rellano de tu escalera,
llamas de espaldas que penetran tras las puertas,
dejando completo el hueco del ascensor
y llena de acero y cristal la entrada de tu casa.

Sufro a sabiendas de que tienes saciada tu morada
de humo y cenizas, de brasas negras y frías,
que veo reunidas en el brasero de tu memoria,
apagadas para siempre,
mientras haces migajas con los restos del incendio.

Noticias me traen las últimas lluvias,
sin respuesta de tu teléfono a mis llamadas,
y siento en el interior de los edificios,
que visito a escondidas,
la capa de tus volcanes y las huellas de tu música.

¿Qué dolor de las campanas
me anuncia la llegada del fragor y los incendios?,
¿qué bosques arden entre risas de lobos enclaustrados,
mientras tú con tus libros
te aturdes con alardes de adjetivos?,
¿qué llenan tus diarios
escondidos,
encendidos,
escindidos,
endiablados,
como rayos tejidos al azar de las tormentas?.

Mas fuego me envias y, calcinado por tus pechos,
me ciega el humo que ablanda los rescoldos.


miércoles, 12 de agosto de 2015

Enterrada en una piedra cualquiera (P.A. 25)

No se decirte claramente si es una piedra, una roca o un cristal, lo que pesa sobre mis hombros, dejándome en ellos las huellas del desierto de azules y venenos.
No se decirte si entre los labios que dejaste pegados al rojo de los libros del pasado, está la salvación de mis pulsiones, de mis miedos, de mis dudas, del cero de todos los resortes.
No se, en definitiva, si la claúsula oculta de la que eres dueña, está enterrada en una piedra cualquiera o es metal, diamante o agua congelada, que espera el despertar de la tormenta o el bullicio fundente de todas las erupciones del planeta.
Es más, si el tiempo detuviera la sombra de los seres, estarías detrás de todos los objetos, que nítidos, serían siempre otras cosas, transformados por miradas que tú sabes no son solo miradas.

martes, 11 de agosto de 2015

Ciudad en la raíz (P.A. 27)

Todo quedó al arbitrio de la ciudad:
vías recalentadas por miles de trenes
repletos de gentes buscando destinos absurdos,
andenes de rocas y flores de plástico
esperando llegadas de cuerpos y anhelos,
recortes, maderas, maletas, ruedas y conchas prendidas en playas desiertas, billetes, horarios,...
todo anclado en este maldito tiempo que hemos perdido,
y ahora,
enraizados en la ciudad,
buscamos las huellas de nuestro deseo incompleto,
insatisfecho,
en los hoteles secretos,
en las veredas oscuras,
en los bosques malditos,
entre las manos del beso y en los besos de las manos,
entre tú y yo,
como gotas de miel que se deslizan en la lentitud de los segundos,
para despues,
volver al frío,
a esa sensación ingrata de los dedos lejanos,
 los besos cegados,
qué haré despues si ella no vuelve,
adiós que queda solo, perdido entre los taxis,
para escapar a las montañas y olvidarse hasta mañana del titular del día:
ama.
La ciudad se vuelve y crece y nosotros, en sus raíces,
perdemos la energía recobrada
y volvemos serios al andén de todos los ayunos y todas las aceras.
Las mismas que cercan la ciudad y nuestros pasos.

domingo, 2 de agosto de 2015

No puedo girar (P.A. 27)

La tarde tenía colgadas de los botones de sus senos,
prendas rojas y labios rojos,
tejidos negros y bolsos de acero y nata.
Atado a mi recuerdo,
no puedo girar,
no puedo volverme
y mirar ningún reflejo.
Entró el sol entre rendijas de plástico
y no llegó a iluminar los mapas,
el hombre del tiempo predijo que el fin de la lluvia estaba aún lejos.
Atado a mi recuerdo,
no puedo girar,
no puedo volverme
y mirar ningún reflejo.
Y huyó,
antes de que me diera tiempo a buscar las anillas donde asirme
y volver a la cordura,
tendido en la cuerda floja,
sobre la selva azul y algodonosa.
Atado a mi recuerdo,
no puedo girar,
no puedo volverme
y mirar ningún reflejo.
Lástima de trenes que se hunden en túneles de mármol,
mientras espero que se abran los relojes
y las máquinas,
para regresar a la misma campana del tiempo
y no salir.

Al borde del aliento (P.A. 35)

Llega una voz
desde una caja de música, abierta,
melodía de dulces resonancias cercanas y distantes,
compuesta de silencios y de notas
enlazadas con perfume.
No se si es la muerte
que me espera en el borde del océano,
no se si es ella la que vierte sobre mi piel
paladas de olvido,
no se si es ella
el encuentro de mi voz y las mirada.
Todo me queda al borde del aliento,
a la vera de labios de plástico y de miel,
en sus comisuras de mística de selvas.
Un sueño paradójico y feliz,
inalcanzable.

sábado, 27 de junio de 2015

Si se hace pedazos (P.A. 29)

El dibujo era sencillo:
cuatro líneas para definir su perfil,
frente al horizonte de las máquinas,
un trazo rápido y preciso,
un sendero de grafito,
nítido y perfecto.
El rostro, la figura de su cuerpo,
la curvatura del viento en el manto,
la intuida mirada,
la mística envuelta en negro.
Si se hace pedazos,
nadie podrá reconstruir
el ser con esas piezas
que ha dispersado el tiempo.

Junto con mis cenizas (P.A. 33)

Ayer guardé entre los pliegues de mis prendas olvidadas,
las señales del aliento grabadas en las láminas de acero de mi cuerpo,
lejanas marcas de labios, acolchadas entre sábanas y fieltros,
vestidos de percal con flores estampadas,
marcas de humedad que el aliento deja en el borde de mi boca,
todo...
junto con mis cenizas.








El gemido se abra paso (P.A. 29)

Cuando suenan, cerca de mis latidos
las notas y los colores de tus pliegues,
una máscara de hielo se deshace en la ribera,
la gloria del viento en los árboles,
se vuelve pasajera de los sueños,
y se eleva.
Cuando llegan, como espirales que son,
los gemidos, traducidos a palabras,
abriéndose paso entre paredes,
entre los muebles y entre las redes,
las ventanas cesan de buscar escusas
y se abren.
Cuando vuelan, cercanas a los pétalos,
los perfumes y el cabello enardecido,
la piel se eriza buscando su acomodo
entre algodones y nácar, en campos
y mares ocultos en los mapas
y se pierde.
Mientras el  gemido se abra paso...

viernes, 19 de junio de 2015

Y camina con el peso del fuego (P.A. 37)

Hay un mazo de cables enredados,
como algas de plástico,
al fondo del ar-mar-io de los trajes de mis sueños.
Son restos de antiguos artilugios,
naves de otros viajes.
Acudo a rebuscar entre sus nudos,
inútil marinero,
por si hallo entre las redes,
el vuelo de nítidas gaviotas,
que vuelvan a indicarme con sus alas,
el sendero hacia el fuego de tu casa.

Ellas saben de tu cuerpo enardecido,
del reino del calor entre tus brazos,
de tu mar y de tu música,
de ti,
del camino de todas tus mañanas,
con el peso de ese fuego,
a tus espaldas.

...
...




Mientras se preparaba la tormenta...


jueves, 18 de junio de 2015

"Para entrar en el silencio..." P.A. 125

"Para entrar en el silencio de este muro
debo dejarme atrás a mi mismo"...
Debo bajar el volumen de mi memoria,
para alejar las vivas imágenes del aire,
reflejadas en el espejo de las pupilas,
para sentir de cerca la piel enardecida,
abandonadas ya las sedas de sombras
en el silencio de este muro...
internas dudas
atrás de mi mismo,
la culpa absurda,
y añadir la música de la risa,
a la cremallera descendiendo entre las flores,
abriendo el tiempo y cerrando el pasado,
para entrar en el silencio
de tu mirada,
respirando el mismo aliento,
la misma palpitación.
El placer.
No hay muro,
es piel.




Qué clase de sueño cumplido urdido por las tramas de este caos que nos gobierna me ha llevado a tener entre mis brazos la esencia de la belleza y en mi boca la savia enamorada de las lenguas cruzadas nacidas allá en siglos de silencio y abandono.
Qué clase de ciencia o de misterio elaborado con sedas de negror y terciopelo me ha devuelto la magia de la vida por momentos perdida en la triste realidad que se me agolpa como tormenta enardecida.
Qué clase de tiempo varado en la estación de los deseos esperaba que llegara el tren con la piel que todo lo arrolla con la saliva que todo lo inunda con la mirada que todo lo para con la respiración que todo lo agiganta.
Qué clase de sol estrella luz enigma iluminaba los cuerpos sin música hundidos entre las suaves mareas saladas estancias de algas cósmicas que vienen buscando energía desde el más allá y se detienen a hacer las preguntas que nunca tienen respuesta exacta.
Qué clase de ser es el que se adentra entre las telas musitando canciones de agua y deja que el golpeo de la lluvia en los cristales se haga eterno y distante al mismo tiempo colgado de una dimensión nueva estimulante única.
¿Qué clase de sueño y ciencia y tiempo y sol y ser eres?

martes, 2 de junio de 2015

…y se derrama

Llamas:
la luz de tus ojos,
el cercano sueño de tu piel,
mis venas desplegadas
en el centro del mar.
Llegas:
el aroma de suave espalda,
envolviéndome con su música,
tus pies pisando el aire de mi pelo,
dejando tras de mí tu magia rosa
y con ella el arma desnuda de la risa.
Llagas:
mi alma convertida en lámina de agua,
desasida de amarras y recuerdos,
encerrada en tus sedas para siempre.
Lloras:
tu boca abierta que amando hierve,
un alud de besos y de labios,
iluminando el atardecer y la estancia,
volviéndome solo, loco, perdido.
Llueven:
tus labios, yo atado y aturdido,
vuelvo a despertar con tus caricias,
sonrisas, húmedas celadas,
en mis manos,
como cera derretida.
Llenas:
cuando tu cuerpo quema,
el mío comienza a sucumbir

y se derrama.