martes, 21 de mayo de 2013

148 y en inglés

I have come so far for you,
the voice
that echoes back to me
is no longer my own

No se si he llegado lejos,
no se siquiera si he llegado
no se siquiera,
no se,
no.
Quisiera no ser,
quisiera no ser  ni mi voz,
quisiera que mi voz no fuera,
no fuera a ser que quisiera
ser voz,
labios,
garganta,
eco,
resonando en mi,
hasta perder la capacidad de oír.
Tan lejos,
para ver flotar las bolsas de papel,
en la superficie del vertedero,
mientras se abren huecos,
entre las letras de los anuncios.
Tan lejos.


martes, 14 de mayo de 2013

Mi pequeña muerte.

Fueron cuarenta minutos de dulce muerte,
tiempo que comenzó con el placer de quien se duerme,
feliz y despreocupado, a sabiendas de que no importa lo que suceda después.
Sentí, tumbado en la estrecha camilla del quirófano,
que un sueño maravilloso se desplazaba por mis venas
y cegando mis sentidos, anulaba la capacidad de sufrir.
Ni el más mínimo dolor, ni el más pequeño resquicio por el que pasaran las sensaciones, el cerebro muerto para la realidad, inútil en su comunicación con el exterior, anulada mi consciencia y mi conciencia,...
Desperté somnoliento y embotado y poco a poco fui volviendo al mundo que mis sentidos me mostraban y, de nuevo, a lo de siempre, mi yo de todos los días, más una hendidura transversal en mi vientre, cubierta de gasas y esparadrapos.
No quería volver, aquella última sensación de felicidad y placer absoluto, es el mejor recuerdo y así quisiera que fuera mi muerte, quisiera que aquello hubiera sido mi muerte.
Porque ahora, herido, dolorido, roto, grapado, he de volver al mismo lugar de los malestares de siempre, a esperar que de nuevo, más tarde o más temprano, en otro quirófano, tenga que volver a sentir otra pequeña muerte, quizá, por fin, la definitiva.