sábado, 27 de junio de 2020

Mesa desplegable.




Hace años que no hay libros sobre la mesa, ni cuadernos en sus cajones abiertos, ni música abrazando su arquitectura de pino y barniz. Hace años que no descansa mi cabeza sobre mis brazos apoyados en la meseta de su cuerpo. El mueble se arrincona en el fondo de la habitación y dormita su sueño de letras y poemas, su rota esperanza de comunicación.
En su falsa eternidad inamovible, en su discurso equilibrado y orgánico, en su aparente sencillez arrancada del bosque y arrasada por la máquina, en su belleza de escaparate, en todo su ser, hay vida, aún esperanzada, anhelando el vuelo de las garzas y sus plumas, el viaje que inicia la imaginación y termina en líneas de grafito entrelazadas, el paseo de los seres que surgen de las páginas y se abalanzan en la noche de los pensamientos, en otras manos y otros dedos, en todos los ojos que se engarcen en sus curvas y dobleguen los segmentos y los vuelvan arcos y flechas tensados hacia el viento, al otro lado de la casa, al otro lado de los sentimientos.


Máscara.



Entre tu piel y mi carne está la máscara ósea,
principio y fin de mi rostro,
ausencia de músculo,
ella,
comprende  las emociones que me lloran,
sufre las consecuencias de tu llanto,
 doblega el dolor y la rabia que siento,
 sin poder ser partícipe de su ocultamiento,
de la vuelta al pasado,
 para no dar el salto al futuro.

En esto se resume el oficio de actor,
el mensaje que cubre su escenario,
todo la gramática que revela la escucha,
la energía que hace saltar sin miedo,
donde vuelca el deseo sin culpa,
se baña en el mar de las lágrimas
y goza de la mezcla de ritmos
que fluyen húmedos y benditos,
de los cuerpos.

Con la máscara rígida no hay sentimientos,
los vacíos de la máscara destapan las ruinas,
la arquitectura de la máscara conforma el paisaje,
el dolor de la máscara maneja la mano
para desplegar las velas que, sin viento,
empujen el barco mar adentro.

Hacia el horizonte de lluvia,
hasta el desistimiento
y la huida.







viernes, 26 de junio de 2020

Ventanas rotas



Ha sido el viento, la tormenta de fango y el fragor de los truenos,
todos ellos juntos, dentro y fuera de mi, 
los que hicieron saltar en pedazos los marcos de las ventanas,
los que hicieron añicos los cristales,
los que dejaron al descubierto mi casa,
abierta a la lluvia y los relámpagos,
inútil ante el ataque brutal del enemigo.

Me ha dejado desnudo, sin abrigo,
sin cubierta para esconder mi cuerpo,
expuesto ahora al frío, al viento, a la intemperie.

Intento cubrir mi piel con trozos de memoria,
con recuerdos de antiguos abrazos,
con sueños que duraron dos días,
con amores perdidos para siempre.

Pero el viento no ceja en su empeño
y mi casa se abre a la destrucción,
como una granada que derrama su semilla,
sin vuelta a la calma,
sin esperanza ninguna.

(Termino el texto, y mañana, cuando vuelva sobre él, para reconstruir el daño en los muros y cimientos, me daré cuenta de cuanta desolación brota a veces desde el fondo, sin pretenderlo)




Inseparables




No importa lo que diga o piense,
nada de lo que manifiesto es verdad,
todo es una dualidad permanente,
ida y vuelta en la misma vía muerta,
sin escapatoria hacia un atisbo de luz,
sin razones, ni emociones,
los dos están en mi, son yo.

Sin vencedores ni vencidos,
sin miedos, ni pasiones,
solo hechos,
actos impuros, duros,
dolorosos, implacables,
dañinos para mi
y para todos,
tóxico en la medida
del veneno que ingiero,
ardor de estómago
u, odio a raudales.

Inseparables, ingobernables,
no se pueden educar,
solo piden dinero y asco.

Eso siento.

jueves, 25 de junio de 2020

Mejores amigas.


La soledad es el principio básico,
mi eterna compañera, mi mejor amiga.
Entra en mi casa desnuda y yo, 
me desnudo ante ella,
le rezo mis mejores canciones
y acaricio su piel de enferma,
de ser delicado y auténtico,
me habla con su silencio,
me oye disertar entre la niebla,
me ruega adhesión y fantasía,
 se deshace en halagos sobre mi,
 hace el amor entre mis manos.

Llega la soledad a mi cuarto, 
y siempre viene acompañada, 
es así de educada y cariñosa,
algo trae entre sus manos,
su regalo de amor,
una botella de ginebra,
y varias latas de cerveza,
ella sabe que adoro el alcohol,
con su presencia la vida hierve,
todo el ardor se despliega ante mi
y se convierte en el único ser que no me insulta,
que no me rebaja a la categoría de gusano,
que no me critica.

Mi soledad, mis botellas y yo.

Unidas para siempre,
como las mejores y más tóxicas amantes que he tenido.



Lengua tóxica


Llegué a pensar que era verdad cuanto decías, creía que tu voz, como una roca, era firme y duradera,
la necesidad de oír de tus labios la verdad, la que me daba los créditos que anhelaba mi boca, era la paleta de colores que daban a mi vida magia suficiente como para tener esperanza y otras poderosas razones para no odiar, para querer, para sentirme vivo y volar contigo entre los frutales de tu huerta,
pero en los tiempos oscuros, tu palabra se hizo tripa ardiente de perro que babea buscando un hueco donde dejarse llevar por el instinto de morder la carne ajena. Arrancando mi corazón del hueco de mi pecho, levantaste con tus dientes la piel transparente de mis sueños e hiciste con mis deseos un amasijo de fibras sanguinolentas, amarrado a tu incisiva decisión de moler a palos las mentiras, la poca conciencia de mi ser, vivo con la humildad de un trébol.
Ahora te miro, cierro mis oídos a tus ruidos y me sumerjo entre la alfalfa fresca que me acoge con su triste humedad y su verdor, para dejar entre mis huellas una dulce sensación de sencillez.
Ve allá, al mundo que te zarandea y te levanta en el mismo cadalso cada noche, que yo, inútil ser de nada entre la nada, no quiere ser más un juguete roto en medio del asfalto, para ser el objetivo del ejercicio de tiro de los de tu estirpe.



miércoles, 24 de junio de 2020

Boca del metro



Me dejaste tirado entre basura, en la entrada del metro, cerrada y vieja mi boca, buscando el aire de la noche, sorbiendo el último trago de cerveza y lamiendo con mis ojos la máscara blanca de la coca, mi respiración y mi mirada resecas y perdidas, ausentes entre el dolor y la rabia, entre tu pesadilla y mi delirio, 
dame la espalda, que sienta el desapego y los adioses grises, mientras entre los nudos de las nubes y la luz plata de la luna, se despide para siempre el deseo de ser lo que no pude y de tener lo que no tuve, 
solo hazlo despacio y sin dolor, que ya se duerme entre mis brazos la desesperación por no haber entendido que este sufrir será en vano, tanto grito para que nadie 
escuche. 
La ciudad se encierra en su laberinto, al verme salir nadando entre antenas y montañas de rascacielos, ajena al pecado, bella y feliz entre el rescoldo de mi 
sangre.


Mirlo muerto

Mirlo muerto, muerta ave que transpira soledad e infierno,
eternidad desde su cuerpo muerto, deseo de venganza,
muerta la paz sin justicia, mirlo muerto, muerto y negro,
pico naranja, pico muerto, ya no canta la madrugada,
patas rígidas de mirlo muerto, plumas negras,
brillando la muerte entre las alas yertas,
muertas plumas negras de mirlo muerto.
Deja entre mis ojos la muerte negra,
que recuerde tu mirada negra entre la mía,
pátina de cera negra en mis pupilas,
muerte negra de mirlo negro,
de mirlo muerto,
Secas pupilas y reseco plumón
que respira aún la última mirada
del asesino a sueldo.





martes, 16 de junio de 2020

Días y cuerpos.

Los días, parecen no querer tener copia de tu cuerpo,
esa doblez de tu vida que se puede encontrar con alguien,
disfrutar del tiempo y poder vivir.
Para qué dos cuerpos, para qué dos vidas,
si con una ya hay suficiente fracaso.