lunes, 1 de septiembre de 2008

Imágenes

Media docena de imágenes con su cámara digital. Media docena de espacios, paisajes, retratos, representaciones,…rescatados de su vida para ofrecerlos al silencio, a la mirada impasible, a la nada. Vuelven solitarias a su fuente de energía, dejando la carga del deseo en la mirada que se ausenta del paisaje para, convertida en aire, fluir hacia el origen.

Este viaje

Hemos dejado que en este viaje (marcha, traslado, huida,…) ellos hayan hecho su voluntad, sin ninguna posibilidad para nuestras opiniones. Obedecer siempre es muy costoso. Riesgo, exceso, peripecia, aventura,…dejadme algo para mi, por favor.

Bach

La música de Bach dejaba sin luz los ojos verdes de Susana. Los cerraba y soñaba que atravesaba las paredes de su casa y volaba ingrávida hasta el mar.

Hilos de agua

El hilo de agua que brotaba de la fuente resultaba atípico para esta época del año. Sin embargo allí estaba, ofreciendo su frescor, dispuesto a saciar la sed de R que llegaba con la lengua como un trapo, después de una larga caminata por el monte y anhelante por encontrarse con él. Tan rápido quiso acercar su boca al manantial, que resbaló con las piedras y fue a dar con los dientes en el tubo por donde manaba el chorro. La herida en el labio se convirtió en el segundo surtidor de la zona.

La ardilla

Tomó una piña del suelo mientras contemplaba los enorme pinos que le rodeaban. Observó detenidamente su constitución, la matemática disposición de sus piezas, la geometría perfecta de su estructura, la solidez de su espiral, la armonía del número de oro presente en su naturaleza, la…zas! Otra piña, algo más pequeña le cayó en la cabeza, haciéndole frotarse la zona afectada. Miró hacia arriba, accionado por el resorte de un reflejo condicionado y una nerviosa ardilla le observaba ansiosa desde la rama más gruesa del pino, como esperando a que soltara la piña ya.

El carro de la compra

El carro que empujaba la pareja de viejos por los pasillos del supermercado chirriaba. A ellos no parecía importarle. Seguramente no lo oían. Seguían echando en él su pequeña compra. Al llegar a la caja, descargaron apenas una docena de artículos. Pagaron. Ella se subió al carro y él empujó. Ahora el carro chirriaba aún más. No les molestaba.

La sal

Una pizca de sal cayó sobre su falda, se la sacudió con elegancia y al volver su vista arriba se encontró con la mirada feliz de J. Le ofrecía una pequeña caja forrada de terciopelo negro. ¿Mala suerte?

4 monedas

Cuatro monedas yacían en el cuenco de su mano. Cuatro monedas que no llegaban ni para una pieza de pan. Cuatro monedas que depositó en otra mano mendicante como la suya. Su mano, ahora vacía, se aferró a la que le tendía él, recobrado después de tantos años.

Por fuerza

Una cama deshecha, ropa tirada por el suelo, una botella de vino, un par de zapatos. T apoyado en el alfeizar de la ventana miraba hacia abajo. Apenas llegaban a sus ojos húmedos, las sombras de los vehículos circulando veloces por la avenida. La fuerza de la gravedad hizo el resto.

Su camisa

La camisa que había llevado el día antes, colgaba del respaldo de la silla. Había olvidado ponerla en la lavadora. M la recogió y se enjugó con ella las lágrimas.

TQ

Entre las dos primeras páginas del libro que leía guardaba un billete de metro. Escrito en su reverso podía leerse. Mañana a la misma hora, TQ. Al entrar, la enfermera recogió el libro del suelo y apretó el timbre de emergencia.

Ene

Cuando Ene superó el primer amargo escalón de la verdad, su voz se quebró, y no dejó de hablar hasta la madrugada. R escuchaba con el corazón perplejo y la mirada sitiada por la niebla dolida de las lágrimas. Ambos reunieron sus fuerzas mermadas por el drama y las agotaron flotando en el placer.

Playa

Vuelvo al mar, me quedan quince días de vacaciones y regreso a la playa. Quiero encontrarme con alguien que me de crema en la espalda.

Cambio

Cambio mi peinado, retoco mi maquillaje, modifico mi modo de vestir y busco en mi interior mi nuevo modelo de ser. Enviaré avisos a los seres que ahora me buscan en los territorios que no he visitado.

La lámpara

La luz de la lámpara del vecino era suficiente para irradiar su penumbra. Desde el fondo oscuro de la habitación observaba el horizonte gris de la ciudad. Aquella luz incidía directamente en el fondo de su pupila, dañándole. Se levantó, bajó la persiana y comenzó a llorar.

Reloj

Tras desnudarse, se quitó el reloj y lo depositó en la mesilla, dándole la vuelta, para evitar saber la hora. Era tan parco el tiempo y tan exuberante el deseo.

Números

En el Congreso Internacional de Matemáticas del año 2006, celebrado en Madrid, la BN organizó una exposición titulada La vida de los números. En ella, cientos de números que andaban encerrados en estanterías y anaqueles, en cajones y archivos, salieron a la luz dejando sus aromas antiguos en el aire que respiraban los humanos. Todos, al visitarlos, se enamoraron de sus colores, sus formas, sus significados, sus designios y nunca lo olvidarán.

Rebajas

Las tres mujeres buscaban la tienda de ropa. Preguntaron a una pareja que pasaba por la calle. Nada, no sabían. Preguntaron en un taller de coches. Nada, no sabían. A un motorista que aguardaba en la acera. Nada, no sabía. Siguieron caminando y al poco dieron con ella, en la misma calle y a pocos metros de donde habían pedido información. Al comentarlo en la tienda, se enteraron de que la pareja habían sido empleados y fueron despedidos, en el taller de coches debían un par de facturas y el motorista fue un amante despechado de la dueña. Toda una declaración de principios. Menos mal que estaba en rebajas.

Medidas

Al hacer el presupuesto de las mesas que Jorge había elegido en el almacén de muebles, Mª José, la dependienta que le atendió, anotó las medidas de todas, los precios de todas, sus propias medidas y su teléfono móvil.

Botellón

Oiga, quiere apartarse de mi camino, por favor, no ve que llevo el carro hasta los topes y apenas puedo maniobrar, coño.
Usted no me hable así, vale? Me retiro y punto, pero no hace falta ser tan desagradable.
Como que desagradable, gilipollas, yo se lo he pedido con educación, es usted el que se pone hecho un energúmeno.
Energúmeno yo?, tontoelculo, a que además de la compra se lleva usted dos hostias gratis.
A que no? So mierda, vamos fuera cabrón y verás…

Cuando llegó el servicio de seguridad del gran almacén, ambos contendientes se habían roto la crisma con una litrona. Qué lástima de cerveza.

Compra

En el carro de la compra, penosamente empujado por C, ya no cabe ni una lata más. Un sinfín de artículos elegidos por F se amontonan desordenados esperando a ser colocados en la cinta de la caja. Mientras F sigue buscando entre pasillos y estanterías, la última caja de atún rueda hasta el suelo. C, al ir a recogerla se ve arrollado por un chiquillo que aceleraba su carro como si fuera un patinete. Todo el contenido se precipita sobre C que queda sepultado. Cuando llega F, C ha dejado de respirar. No se pudo hacer nada por él. Menos mal que F llevaba su tarjeta de débito.

Siempre

La cajera sonríe siempre y saluda siempre. Le han dicho que debe hacerlo siempre así para que los clientes se sientan bien tratados y vuelvan siempre a hacer sus compras en el almacén. Pero cuando aparece él, no puede por menos de levantarse de su asiento y darle un bofetón. Como siempre.

Llaves

Fuimos a buscar la llave de la casa de los sueños y cuando llegamos ya la habían alquilado.

Gravedad

Le llama desde el centro del planeta, para que vaya a rescatarle y él dice que repele la ley de la gravedad.

Impulso

Se impulsó, ayudándose de la pared de la piscina y casi pegado al fondo llegó hasta la escalinata. Allí estaba ella, sentada en el primer escalón, con las piernas abiertas y sin su bañador. Este nuevo impulso le hizo seguir avanzando.

No hundirse

Tumbado boca arriba, cegado por la luz brutal de la tarde, sin apenas mover sus miembros, lo justo para no hundirse, M no pensaba. Por un momento, fue feliz.

buceo

Adoptó la posición fetal mientras buceaba y así, durante unos segundos, retrocedió al seno materno, sintiendo una hermosa paz que se rompió con la necesidad de respirar de nuevo. Nació a la superficie del agua y reconoció el borde de la piscina y las caritas de sus hijos, jaleando cuánto tiempo había aguantado papá bajo el agua.

concierto de órdago

Al brotar del órgano todo ese trompeterío de arpegios, las paredes de la iglesia se iban ablandando como las de un castillo hinchable de los juegos infantiles, inflándose y desinflándose al compás de las notas barrocas que creaba el aire liberado por los dedos del organista. Este transformaba con su música el pétreo edificio en una arquitectura blanda, cambiante en forma y tamaño, transmutando con ello los cuerpos de los asistentes en suave algodón relleno de dulces ecos.

Concierto de órgano

Mientras escuchaba como las melodías del órgano flotaban entre los muros de la iglesia, imaginaba que los asistentes al concierto pensarían cada uno en una cosa diferente y seguro que muy diferente a lo que pudiera sugerir la música. Unos rezarían, estando como estaban en la iglesia y no teniendo otra cosa que hacer; otros no terminarían de cuadrar las cuentas del mes, o del negocio, o de la pensión; otros andarían metidos en lloros por sus cuitas y dolores personales, por sus nietos, por sus hijos, por sus vecinos; los que más, aburridos de escuchar una música que no entendían, pensarían en que pinto yo aquí; en sus trajes, en los zapatos que les apretaban, en la goma de las bragas, en la blusa que tenía puesta la fulana, en lo mal que le sentaban esos pantalones a zutano,…pero, se me ocurrió que, puesto que los pensamientos no son más que fotones, toda aquella energía que surgía y se repartía por el aire sonorizado de la iglesia, podría estar produciendo una especie de luz invisible a los ojos humanos. Y si dos pensamientos iguales unieran sus fotones, ¿no estallaría en un minúsculo flash instantáneo? Un racimo inmenso cuyas uvas fueran diminutas estrellas fugaces como los pensamientos de todos aquellos ociosos ciudadanos.

Auto-stop

Tomó una taza de té, un sobao y fumó tres cigarrillos. Pagó, se despidió amablemente y tomando su bolso marrón del suelo, salió en dirección a la carretera. Cuando la dejé atrás con mi coche, ella seguía con la mano levantado haciendo autoestop, algo que ya está pasado de moda y que ningún conductor atiende. Volví a recogerla. Soy un antiguo, pero no me arrepiento.

Auto-stop

Tomó una taza de té, un sobao y fumó tres cigarrillos. Pagó, se despidió amablemente y tomando su bolso marrón del suelo, salió en dirección a la carretera. Cuando la dejé atrás con mi coche, ella seguía con la mano levantado haciendo autoestop, algo que ya está pasado de moda y que ningún conductor atiende. Soy un antiguo. No me arrepiento

Mi sudor

¿No le importa que me siente a su lado?
Esto es un transporte público, puede ponerse donde quiera.
Gracias.
Cuando la señora empezó a estornudar, me di cuenta que el ramo de narcisos que llevaba podría ser la causa de su reacción alérgica.
Perdone –dije, llevando las flores hacia el suelo-, pero no sabía…
No, no son las flores…atchiiis- si no el olor de su sudor, tio guarro.

Nariz

Salí de casa con el convencimiento de encontrarme con la oportunidad de mi vida en aquel empleo que me ofrecieron por teléfono. La puerta de la oficina se abrió automáticamente. Entré y enseguida me di cuenta de lo equivocado que estaba. En una sala unas veinte personas esperaban la misma oportunidad que yo. Tras dos horas de aburrimiento me llamaron. Una mesa separaba a tres individuos de la silla donde me senté. Me miraron y sin hacer una sola pregunta, el que parecía el jefe dijo: Este. Fue mi enorme nariz lo que iban buscando. ¿No habéis visto los anuncios de los antigripales?

Deseo el miedo

A pesar de su intenso deseo, el miedo le imposibilitaba el movimiento. Era más fuerte

La cueva

Entraron en la cueva más allá de donde llegaba la luz del exterior. Descubrieron pequeños hongos blanquísimos, insectos adaptados a la falta de luz, rocas brillantes por la humedad y un silencio estremecedor. Sintieron el frescor de la profundidad y al verse solos en el vacío de la cueva, volvieron sobre sus pasos hasta que la luz les cegó. En el exterior ya todo era diferente a como lo habían dejado. La oscuridad les había cambiado.

Ojos

Al menos deja que mis ojos iluminen tu verdad y no pasará nada.

La tormenta

Por un puñado de mentiras dejó su alma yaciendo solitaria frente a la tormenta, que arrasó el paisaje y toda su vida.

Fácil

Sería fácil ser feliz consigo mismo sino fuera porque nunca estarás cerca.

Ida y vuelta

Al volver del viaje, ambos hicieron las maletas de nuevo, pero esta vez con distinto destino.

R de roto

Al abrir las ventanas, la mañana le mostró el perfil de la ciudad. Se volvió y en su cama yacía el amor roto de la noche anterior. Era lo que deseaba desde hacía mucho tiempo, pero no por ello, dejó de llorar.